domingo, 13 de enero de 2013

El placer interminable del sexo a pura piel 
Bienvenidos al 2013 estimados lectores de todo el mundo. En esta oportunidad les traigo, como entrada inicial, un paseo de vídeos musicales, de chicas calientes expresando su instintos de mujer a través del baile y la masturbación vía chat...o como suele plasar, ellas solas en su habitación esperando ser vista por hombres y mujeres. Y al final, una histotia llena de erotismo puro. Así que espero sea del agrado de ustedes. Pronto vendré con más novedades para chicos y chicas. Un abrazo!!!

Mientras preparo cosas nuevas y me sumerjo en el fascinante mundo de las curiosidades del sexo, iniciaré con un vídeo en flash back, es decir una preciosa mujer que tiene una loca y ardiente aventura con un chofer, típica fantasía además. En fin, una situación que se quedará por siempre grabada en su mente y que le servirá para recrear sus noches solitarias...

Kendra...ufff
Y ahora otro rítmico vídeo con una hermosura mostrando su cuerpo y sus partes íntimas para deleite de todos ustedes. Esa, por cierto, una de las tantas fantasías de las mujeres: dejarse ver a distancia y bailar para excitarse y mojar más su apetitoso coñito. Aquí la tienen...
Como es de suponer, en la habitación de una mujer, las paredes son testigo ocular de lo qué sucede cuando el cuerpo pide sexo, por eso aquella frase de "si las paredes hablaran". De todas maneras no hace falta que hablen porque en Cuentos de Pura Piel, mostramos todo y mucho más!!!
En todas partes del mundo, en cualquier país, en ciudades y pueblos, siempre, siempre a esta misma hora una chica deseosa de placer, hambrienta de saciar su lujuria, convertida más en hembra pura que en humano, está disfrutando de su piel y de su sexo. Aquí les presento a Ivana Fukalot, una rusa que se da duro en ese coño travieso, frente a una cámara web mientras chatea. Ellas, las mujeres saben el poder que tienen , saben muy bien excitar a hombres y mujeres por igual. 
El turno ahora es para una latina,  una caraqueña muy coqueta, Kimberly es su nombre, ella baila el tema Caracas de Noche, muy ajustado para la ocasión de su chateo y de sus curvas sensuales.

Pero no podían faltar las pajizas, todas, todas las mujeres se hacen la paja, no existe ninguna que no tenga esa loca curiosidad de abrirse los labios, de olerse los dedos con aroma a mujer con ganas, de frotarse el inquieto clítoris hasta arrancarse gemidos de placer, para después caer vencidas por sus orgasmos. Por eso les presento un especial vídeo lleno, de caritas excitadas, de dedos locos y coños y anos calientes. Jóvenes lectoras de este blog, no olviden "darse un cariñito",  porque la masturbación es el mejor camino para conocerse y para orientar después a su pareja. 

Sandra, la hija del patrón y su entrega en el río

La historia que viene a continuación es una historia muy común en el campo, en los bosques de Amércica Latina, en las llanuras, casi una historia de famosas telenovelas, pero son ciertas. Una chica de la ciudad, ya vencida de los placeres citadinos, hija de un hacendado, busca siempre cumplir la fantasía de "dejarse poseer"  por un campesino apuesto, trabajador en las tierras de su padre. Bien, Eduardo, un chico del Estado Guárico, localidad ganadera de Venezuela, nos envía un relato típico de esas travesuras. Además nos manda dos fotografías de Sandra que ella, la joven caraqueña, le regaló por celular después de aquel día. Aquí la historia llena de piel y placer.

"Soy Eduardo González, trabajo todos los días en "Las Amapolas", una hacienda reconocida en de los llanos venezolanos.Tengo 23 años, mi piel es morena mi cuerpo muy delgado. Mis brazos y piernas están definidos en músculos firmes gracias al trabajo esforzado que llevo en la hacienda. Me gusta traer el pelo corto, ya que es un poco rizado y a veces me siento ridículo con él. Me la paso todo el día con el ganado que pasta en las montañas y ya por la tarde a los quehaceres que aún faltan. No me gusta mucho ir a la casa del patrón porque allí vive Sandra, su hija. Y confieso que le tengo ganas. Sandra es como una potra salvaje que gusta de galopar todo el día y después retozar entre las flores... Nos parecemos mucho y los dos amamos el campo tanto que pasamos el día entero entre sus pastos y veredas. Sandra tiene 26 años, ella es blanca de piel, de cabello castaño claro, casi rubia, su cabello lacio y largo, muy largo,  con espesa sla trenzas al final, así lo  acostumbra a tener siempre.
Los expresivos ojos claros  que tiene, se adornan de pestañas gruesas y  que junto con su prominente boca me quitan el aliento. Todo su cuerpo me sobresalta, delgada pero con buenas carnes, es una mujer verdaderamente preciosa. Viene de Caracas a pasar vacaciones después de terminar en la universidad.  A su papá no le gusta que se acerque mucho a los trabajadores de la hacienda,  pero creo que siempre existe en ellas, la fantasía de ser poseída por uno de nosotros y también existe la fantasía de nosotros de acostarnos con la hija del patrón.
El pasado jueves tuve un encuentro riquísimo con ella en medio de la nada entre las aguas dulces del río. Había estado casi toda la mañana cuidando del ganado y ya pasado el medio día el rebaño de animales comenzó a bajar para tomar agua a la orilla del afluente. Bajé junto con los animales... Y allí estaba ella; sentada en una piedra a la orilla del río. Casi instintivamente me oculté entre los árboles para poder observarla sin problema. Chapoteaba sus pies en la corriente fresca del río, el agua salpicaba sus piernas y gota a gota escurría por su suave y delicada piel. Llevaba un vestido azul muy claro; de tela delgada y vaporosa, corto y arriba de la rodilla, de escote pronunciado y tirantes flojos que resbalaban por sus brazos. Su piel radiante reflejaba los rayos del sol que le lanzaba el agua, era casi una aparición. Me quedé en silencio para observarla, pero ella se percató de la presencia del ganado y supuso que yo pronto llegaría. Aunque me buscó con la mirada no logró verme y se levantó de aquella roca dichosa que había sostenido su delirante culo. Despacio avanzó hacia dentro del agua hasta que la misma le tocó las rodillas, se agachó y mojó su trenza, su cara y sus exquisitos senos. Con sus dos manos acumulaba suficiente agua para empaparse toda de pies a cabeza; entonces su ropa mojada se le pegaba al cuerpo redondo y suculento que tiene y traslucido dejaba ver la belleza de sus encantos femeninos. Tanto los pezones enormes, duros y oscuros así como la pancita suave que limita su ombligo. Retrocedió fuera del agua solo para quitarse la ropa lo hacía como si supiera que yo la observaba, con lasciva y tentadora alevosía. La podía ver de espaldas, mojada en su totalidad con su trenza escurriendo agua tan sexy y caliente como nunca Sandra metió las manos bajo la diminuta falda de su vestido y comenzó a bajar con delicadeza la tanguita que llevaba; despacio los depositó sobre la misma piedra que sostenía su redondo trasero minutos antes.
Luego de forma lenta y seductora regresó a su vestido y bajó el cierre tan lento que enloquecía... se notaba su piel desnuda y fresca. Deslizó su vestido por su piel, descubriendo su espalda y su cintura. Se deshizo totalmente de su prenda y también la puso sobre la roca. Dejaba ver su cuerpo de espaldas desnudo, húmedo, caliente. El diablo, o mejor dicho de diabla, con forma de mujer se me había aparecido. No podía evitar entonces tocarme y acariciarme observando la tersura de Sandra. De forma malévola ella sabía que la observaba escondido en alguna parte... Sabía que estaba atento a sus movimientos y a sus gestos, impaciente por saber que haría y aguantando las ganas de ir allí mismo y poseerla. 


Mantenía mi boca abierta al mismo tiempo que mis ojos dilatados seguían sobre el cuerpo perfecto de Sandra, la prominente hembra que observaba deshizo su trenza y soltó su pelo y después de un buen rato decidió por fin darse vuelta. La había estado admirando de espaldas, había adulado su redondo trasero y escudriñado con tacto su delicada cintura, había admirado como su esbelta espalda formaba un surco al medio para terminar sensualmente en el inicio de su cadera.
Si por detrás era hermosa, por el frente era la perfección de mis fantasías, la impresión de la mujer ideal, y la revelación del deseo carnal; su piel de color parejo y de brillo uniforme destellaba la lozanía propia de su edad, su cabellera larga y mojada se depositaba excitante sobre sus pechos y su ombligo enmarcaba ese abdomen que temblaba cuando caminaba, al tiempo que daba pasos tenues dentro del agua sus piernas largas y torneadas se disponían una frente a otra para rematar en un coño completamente depilado y entreabierto de donde sobresalían unos labios internos que ya a lo lejos me incitaba a morderlos. Conocedora de mi presencia Sandra dibujó una sonrisa en su rostro y comenzó a tocar su esplendoroso pecho, de manera sugestiva los tomaba entre sus manos y los escondía todos en ellas. Pellizcaba sus pezones enormes y los volvía a bañar en el agua del río... Remojaba y mordía sus labios rojos. Volvía al tiempo su mirada al otro lado del río y sonreía excitada de igual manera que yo. Adentrada en lo profundo del río comenzó a nadar.
Despabilado y al fin dueño de mis emociones logré despertar del embrujo que causaba su desnudez en mí y me descubrí de entre los árboles para dejar que Sandra me viera. Avancé lentamente hacia el lugar donde nadaba despreocupada, y austero la saludé; - hola señorita, el agua está tan rica como se ve?
Sandra regresó a verme y sonrió antes de contestarme de forma cautivadora, - ya viste que sí, o acaso no has visto nada? deja de perder el tiempo y ven a sentir que rica está el agua....Dijo la hija del patrón, y fijó su mirada en mí esperando una respuesta; ni tardo ni lento me puse de pie y comencé a desnudarme también. Primero la delgada camisa que cubría mi espalda del sol y al final los pantalones viejos que acompañaban mis pasos por las montañas. Mantenía mi erección y a pesar de que ella me intimidaba mi verga estaba más dura que nunca, deseaba que me mirara y que se percatara del manjar de tipo que iba a comerse. Así fue, al quedar totalmente expuesto sin ropa ante la sensual Sandra, ella puso sus ojos sobre mi pene erecto y volvió a sonreír una vez más. Me adentré en las aguas del río al encuentro de la nena más rica que había visto hasta entonces; y al llegar a su lado experimenté una mezcla de excelentes emociones... Nuestra piel mojada y resbalosa hacia corto circuito, y el contacto con su piel bajo el agua me parecía exquisito. Ella estaba tan cerca de mí que se me antojaron sus labios y apresuradamente la besé disfrutando cada rincón de su boca... Yo sentía un éxtasis profundo al tenerla desnuda en mis brazos, jadeante, besando y mordiendo mis labios.
De pronto tomó un pequeño impulso y enredó sus piernas en mi cadera presionando mi pene, si dejar de besarla la tomé fuerte de la cintura y la sumergí conmigo en el agua; debajo de ella su piel se sentía tersa y fácil de acariciar... La punta de mi verga se sentía hirviendo y cuando se la acomodé en ese coño, la sentí caliente por dentro, de un envión me hundí  y soltó al mismo tiempo un quejido de placer, entonces comenzó a moverse rápido y más rápido… Emergimos del agua conectados en un coito delicioso; Sandra tiraba de mi pelo y yo le succionaba las tetas esperando nunca me la pudieran quitar. El campo cómplice de nuestro arrebato y el río partícipe de nuestra lujuria. En verdad era un solo beso desde que inicié la penetración.
Aún poseído por su boca y por sus gestos, solo podía observarla a pesar de que se movía suculenta sobre mi verga... No podía creer que me estaba cogiendo a la hija del patrón. En cambio Sandra, se contoneaba frente a mí disfrutando y dejando que la viera disfrutar del momento.
Abierta de piernas, enredada en mi cintura, hacía su espalda atrás y me dejaba ver esos grandiosos senos enormes, con su respectivo pezón oscuro engrandecido, duro... Cerraba sus ojos y apretando los labios dejaba salir un gemido; luego se acercaba a mi rostro y después de besarme gemía más fuerte cerca de mi oído... Se estaba recreando en mi pene como toda una experta.
Cuando al fin lo asimilé decidí darle todo el placer que esa hembra pudiera soportar, devorar sus tetas sería poco, quería comerla toda de un bocado.
Tan concentrada estaba de gustando mi cuerpo que cuando la desprendí de mí, ella se sorprendió y desconcertada me miró a los ojos, mientras yo poco a poco me sumergía debajo para encontrar su vagina ya abierta y  que aguardaba en las aguas para ser hurgada y encontrar la valiosa perla.
Debajo tomé sus piernas y las puse en mis hombros, tambaleó un poco pero luego encontró de que sostenerse, hecho eso comencé a lamer su coño regordete, mantuve la respiración y metí mi lengua caliente en su coño. Ella me halaba el pelo y rasguñaba mis orejas.
Desde el fondo lograba escuchar cómo se quejaba, Sandra resultaba ser una verdadera mujer, de esas que no les da miedo disfrutar.
Después de eso salí del fondo acuático y la patrona me besó cálidamente y tomó mis brazos para ponerlos en su cintura al tiempo que me daba la espalda...- dame por detrás Eduardo. Me decía de manera suplicante y pegando sus nalgas a mí dejó que aprisionara con mis manos sus senos ardientes. Fuimos más hacia la orilla del río para que posara las manos sobre una roca y me daba la espalda.
Para poseerla desde esa posición tuve que ayudarle a subir y sostenerla de su pecho para lograrla equilibrar, luego le lubriqué el ano con mi saliva y le metí violentamente dos dedos,  Sandra se derretía en gritos y yo me daba permiso de morder y chupar su espalda, todo estaba rítmicamente lujurioso cuando ella me pidió que la soltara y hundió su cuerpo hacia adelante y dentro del agua agachando su culo para dejar entrar más mi pene... Con esa movida terminé pues al doblar ella de esa forma su cuerpo me hizo gancho en el pene  y la gocé más, así que empujé cada vez más rápido para terminar dentro de ese culito cerrado y caliente, agujero delicioso que tal vez no volvería a disfrutar. Después de vaciar mi semen adentro de ella, nos quedamos como temblando ambos…sin decir nada, sólo se escuchaban nuestros jadeos. Al final, Sandra se desprendió de mí y enjuagó su cuerpo una vez más; y sin dejar de sonreír salió del río para vestirse. Nos mirábamos fijamente, y sin decir nada recogió sus cosas y se perdió entre la vereda que lleva a su casa.
No sé si la volveré a tener, en verdad no creo, estas chicas están acostumbradas a esas travesuras. Pero cada vez que la vea me diré: “ese culo tuvo mis espermatozoides”. Un consuelo, pero igual pocos dirán lo mismo…"
 
No dejen de visitar Aquellos Seres Que Vuelven, pronto con una entrevista exclusiva al asesino de Jhon Lennon. Recuerden seguirme en 
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